viernes, 10 de septiembre de 2010

Analfabetos secundarios


Artículo escrito por Agustín Sanz Vituri, director del Centro de Educación Permanente "Isabel de Segura" y publicado en el Diario de Teruel el día 9 de septiembre de 2010.
Analfabetos los ha habido siempre y orgullosos podemos estar. Eran aquellas personas no instruidas, pero educadas. En los pueblos de Teruel los había a montones; también en la capital. Quién no ha tenido un abuelo o bisabuela analfabeta. Hasta el mismísimo saramago fue nieto de campesinos analfabetos que lo único que hicieron fue trabajar toda su vida, Sencillamente vivían y yo vivía viéndolos y así aprendí. O el propio presidente brasileño Lula fue el séptimo de los doce hijos del matrimonio entre Aristides y Eurídice, también analfabetos.
Analfabetos han aparecido hasta en el celuloide. Cantinflas era Inocencio Prieto, un mozo analfabeto que recibe una carta en la que se le comunica que ha heredado una gran fortuna de un tío suyo que acaba de fallecer. Sin embargo, Inocencio no se enterará del contenido de la carta hasta que aprenda a leer y escribir. Parecido a como hizo el juez Calatayud, en sentencia ejemplar, que obligaba a aprender a leer y escribir a un joven analfabeto por robar material de construcción. Peter Seller (Desde el jardín 1979) representa a un jardinero analfabeto, cuya única instrucción la recibió mirando la televisión, que llegó a convertirse en el principal consejero del presidente de Estados Unidos. No hace mucho pusieron en el Marín ‘The Blind Side’ una historia en la que Sandra Bullock recoge a Michael de la calle, un analfabeto al que ella da una casa, una familia y una educación. La vida de Clareece ‘Precious’ Jones también llegó a las salas; se trataba de una chica con apenas 16 años, embarazada de su segundo hijo, obesa y analfabeta, quien conocerá a una joven maestra que le ayudará a recuperar su dignidad. En “Estación central de Brasil” la Sra. Dora, una agria y cascarrabias ex-profesora, se dedica a escribir cartas a analfabetos a cambio de dinero. En “El lector”, Hanna, por vergüenza, se niega a confesar su analfabetismo aunque esto la lleve a una condena de cadena perpetua.
También hay analfabetos en los libros. En La leyenda del Rey Errante de Laura Gallego, el hijo del rey pierde un prestigioso certamen poético vencido por Hammad, un humilde tejedor de alfombras, pobre y analfabeto. “La serpiente de oro” del escritor peruano Ciro Alegría Bazán, nos describe a Florencio Obando, Teniente Gobernador, como un hombre analfabeto, que manda redactar los documentos a su hijo y se encarga él únicamente de estampar su sello de autoridad política. Huei-Neng es el patriarca fundador del budismo zen y analfabeto; puedes leerlo en Cuentos para regalar a personas soñadoras de Enrique Mariscal. Y es que hay quien dice que la literatura la inventaron los analfabetos, depositarios y transmisores de la tradición oral, desde el cuento hasta la canción, desde la rima infantil a la adivinanza, todas ellas narraciones más antiguas que la propia escritura.
Son los analfabetos de antes, los analfabetos de película o de ficción literaria, los mismos a los que Pérez Reverte concede el perdón cuando habla en El Asedio del Cádiz de 1812 y justifica a aquellos españolitos: «Sientes piedad y compasión, porque nunca tuvieron oportunidad de ser otra cosa, pero hoy ya no es así. Hoy, el que es analfabeto es porque quiere. Somos deliberada y gozosamente analfabetos. Eso hace que el español de ahora sea más responsable de su desgracia que el español de hace dos siglos. Ahora ya no hay inocentes».
Estos son analfabetos “primarios”, los clásicos, los que no saben leer ni escribir. No interesaba que supieran; pasaba como en Fahrenheit 451(obra de ficción del cine y la literatura). Fahrenheit 451es la temperatura a la que se quema el papel. Montag es un bombero cuya paradójica misión es la de quemar libros. La gente ha de vivir feliz a cualquier precio y la ignorancia es lo mejor para ser feliz. Afortunadamente, no llegó a incendiarse todo el papel y, de este modo, reencuentras en los titulares de la prensa decenas de nuevos analfabetos: “Ana Mato dice que los niños andaluces son prácticamente analfabetos. Moratinos llama analfabeta a Ana Mato. Sálvame es un programa de maricas y analfabetos. Cien autoescuelas en una red de fraude de carnés, cobraban a los aspirantes, muchos de escasa cultura o analfabetos, de 1.200 a 3.000 euros por aprobado. El ex ministro de economía Miguel Boyer afirma que con los sueldos que cobran los ministros sólo van a querer serlo los analfabetos.” …[Respecto a esto, hay quien opina que igual nos iba mejor ser gobernados por éstos, porque mira donde nos han llevado financieros de última generación y elegantes brokers como Bernard Madoff.]
Ahora, nos encontramos con los analfabetos “secundarios” según definición de Enzensberger en el Elogio del analfabeto. El ensayo defiende que con el desarrollo industrial del siglo XIX se intentó alfabetizar al pueblo para explotarlo mejor, para que asimilara el mensaje y consigna de los opresores. Este esfuerzo desembocó en un nuevo analfabetismo, el analfabetismo secundario, en el que la gente sabe leer y escribir, pero no sabe pensar, ni crear: su función se limita al consumo pasivo, manipulado por los medios de masas. El nuevo analfabeto es refractario a la literatura: su recinto cultural es la televisión, y la literatura se ha convertido en un ejercicio de minorías, donde por fuerza imperan la memoria, la astucia y la tenacidad, es decir, las cualidades del analfabeto primario, al que creíamos haber eliminado y que resulta ser el que tenía razón.
Hoy es 8 de septiembre, Día Internacional de la Alfabetización.

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